martes, 9 de junio de 2009

Ana Abregú. Así, el reverso

por Luis Espinosa

Vista desde un tren, la ciudad muestra su espalda. No, la fachada prolija o despintada, sino el murallón, desalineado ladrillo a la vista, o la pared que fue dejada con el grueso.
Allí incontables manos dejan su testimonio de haber estado.
El trazo de la brocha, la letra, la palabra sobre la letra, la palabra sobre la palabra.
¿A qué hora? ¿En qué momento irrumpe la urgencia del signo?
Todo sucede invariablemente en ese instante en que nadie está, o no se presta atención o es que en ese lugar florece lo oculto.
También ocurre desde los recovecos de las terrazas, cuando fue necesario treparse por algún motivo que ya no podía esperar. Por primera vez, desde lo alto se puede contemplar, en un lento giro de la cabeza, el ángulo, el punto de vista imposible desde lo cotidiano.
Como si hubiese estado desde siempre, cada muro erige su textura y la yuxtapone a la del vecino. Hierros, rejas, cables enarbolan una trama con finalidades que nadie se ocupa de verificar.
Así, el reverso.
¿Puede leerse esa historia en la obra de Ana Abregú? Intuyo que supera esos límites. Ese paisaje no soporta ser tan literal. Si me muevo para ver qué hay detrás de esa pared, no hago más que ver otra pared, o lo que parece ser otra pared. O el cielo, también como pared. La estructura de piezas encajadas y superpuestas hacen de las paredes, a la vez, ladrillos para construir paredes.
En la soledad de la reflexión, recostado en algún sillón de una habitación oscura, perdido en pensamientos, alguien puede llegar a apoyar las yemas de los dedos sobre el apoyabrazos, percibir la tela de su ropa, tocar su piel. Algún tejido que desata su hebra. Así también se anuda el texto que teje la memoria. Y se suman los miedos, las dudas, los deseos. Tal vez con esos materiales, el pensamiento se encuentre en condiciones de construir una forma de verse. No son esos muros, entonces, obstrucción, encierro, opresión. Sino capacidad de observar el revés, lo no dicho del todo, lo que el tiempo ha ocultado o borrado parcialmente, las conexiones azarosas, cables, hilachas, rayones, hendiduras.
Paisaje casi abstracto, reino de ocres con grises azulados que juegan contrapunto.
Textura y signo. Muro sobre muro, letra dispersa.
¿No es la exacta forma de una conciencia que se busca y se descubre evidenciada en esas superficies, y se traspasa?

Muros pintados II


Estructura urbana II

Ana Abregú. Pintura Urbana. Expuso en octubre de 2006 en Cerúleo, Armenia 1489, Ciudad de Buenos Aires.
Publicado en:
www.citerea.com.ar/artepoetica/Espinosa_2.pdf
http://www.citerea.com.ar/reseniasycriticas.htm

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