martes, 9 de marzo de 2010

La palabra cantada de Horacio Berdini

Por Luis Espinosa


Cuando un disco conmueve no es sólo una canción la que llama la atención sino que la emoción brota de la percepción de un todo.

Un conjunto de canciones que son capaces de llevarnos a distintas experiencias pero manteniendo un eje conceptual que no estará únicamente en las letras o el discurso que emitan sino en el misterioso modo de presentarse en el mundo, moviendo el aire hasta nuestros oídos.


Una canción es una semilla que brota y germina regada por el tiempo, cuando termina nos queda el olor de su flor, el sabor de su fruto que nos alimenta.
Cuando en un disco hay varias canciones así, o todas, quedamos adentro de un inmenso jardín.


Me conmovió el disco de Horacio Berdini, me conmovió su voz, la unidad de esa creación consistente que se encadena en un fluir perfecto.

Berdini canta canciones y ofrece algunas características admirables. El timbre cálido de su cantar es capaz de sentir y decir sin afectaciones, como si pusiera su voz claramente en el lugar de un instrumento que se cuida, se afina desde el alma y se toca con delicadeza a la vez que se tensa con fuerza. La participación de cada instrumento, guitarra, piano, bandoneón, violoncello, oboe, percusión, no aparece por detrás de esa voz sino tejiendo un contrapunto, dialogando de igual a igual. Un trabajo de gran detalle donde cada arreglo está ubicado en el mejor lugar posible.


El repertorio parece estar elegido con una conciencia de identidad. Ese tópico cultural que se pregunta profundamente acerca de las características esenciales de un ser en un tiempo, en un lugar, en una comunidad. La solución bien podría mirar hacia atrás en la cómoda y rígida tradición, pero el caso es que Horacio Berdini saborea algunas de las mejores composiciones de nuestra tierra y las canta con futuro. El tango, el folklore, el candombe, la canción, son tratados con la particularidad que cada género requiere para no ser traicionado y, a la vez, con un renovado aire que en principio toma el espíritu de la música de cámara, logrando que cada instrumento tenga su parte en el gran equilibrio. Duetos, tríos, cuartetos, quintetos, las combinaciones se suceden en función del producto y aquí ese resultado es la emoción.

Si destacábamos la unidad del conjunto del disco “Posdata: Abrázame Canción” no podemos dejar de señalar que una canción es una voz que canta unas palabras, las palabras dicen, la voz dice. Desde la vivencia profunda de ser argentino, desde ese modo único de decir, de frasear, Horacio Berdini logra presencia y novedad, con verdad y sin moda.
Con arreglos, dirección y una excelente guitarra de Daniel Berardi y la participación instrumental de grandes músicos entre los que se destacan el bandoneón de Walter Ríos y el piano de Ricardo Nolé.

Un disco para escuchar y redescubrir en cada pasada.


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El disco "Pd.: Abrázame Canción" de Horacio Berdini, se consigue en "Otra Lluvia" Bulnes 640 Ciudad de Buenos Aires, tel 011 4866-4440
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sábado, 20 de febrero de 2010

La Palabra y el Cuerpo en Carlos Estévez

Una actuación de Carlos Estévez en el 8 º Encuentro Internacional de Poesía Visual, octubre de 2007.





En cada presentación de Estévez, uno empieza extranjero.

Tal como en otro país, cultura e idioma se nos Cierran delante de la vista y Comienzan Sólo a revelarse Mediados por la Guía Turística. El frágil y tambaleante cuerpo de Carlos se presenta opaco. Veo eso: un hombre que se mueve.



A medida que transcurre su primer poema, o el segundo, la visualidad de su gesto, el dueto con sonidos o con su voz grabada, y las imágenes que despliega el trabajo que se toma en desplegarlas, van transparentando ese cuerpo que se mueve. Y de pronto ya se ve más allá y se aprende de golpe un idioma, una cultura. Que no es otra cosa que el idioma y la cultura que somos y tenemos pero transfigurados en las formas que el poeta exprime desde la escena.


Un alambre de púa manipulado con guante de cuero peligroso, punzante, es el comienzo de un poema que Secretamente ha dedicado al escultor Norberto Gómez. Como Aquellas esculturas que evoca, el dolor se retuerce sobre músculos y huesos. Y una milicia de Ángeles se descuelgan a lo largo, de Lado A Lado de La Sala, custodiando las Naciones Unidas al cielo Que no se puede llegar. Entonces describir los conjura y su hechizo.

El idioma que nos enseña Estévez, Se compone de palabras cortadas que riman con palabras cortadas obligando al Esfuerzo de Reconstruir un sentido que casi se resbala entre los dedos.

O tan primitivamente gutural que su código se lee desde los propios genes que Llevan impreso ese ritmo desde mil generaciones. O se hace palabra precisa, certera y todo se ve como una danza que se Modula en la cavidad bucal, Masticando el aire sobado con la lengua.




El cuerpo de Carlos se hace liviano, crece su palabra, su forma de pronunciar la sílaba, la energía de su gesto.

Las imágenes superponiendo Se fueron tras cada poema y nos dicen que el mundo se va Transformando por acción del poeta.


Encaramado sobre una escalera de dos hojas, es ahora Poetarzan En su selva, las lianas donde cuelgan los Tratando de libros Alcanzar. Salta de árbol en árbol, Carlos Estévez, de palabra en palabra, de espectador en espectador, Entre nosotros.





Luis Espinosa
Octubre de 2007
Publicado en Revista Ramona web