Toda escritura se presenta como resultado de
un gesto comunicador y a la vez como registro que pretende traspasar el límite
del tiempo.
Cuando se descifra el contenido del mensaje,
la forma de esa escritura y su organización, generalmente pasan desapercibidas.
Si bien, han cumplido su función quedan ocultas en un segundo plano a la
atención, a la conciencia.
Pero tras el indescifrable idioma extranjero,
ante la página del antiguo códice miniado, al no poder acceder al contenido
transmitido, al no poder encontrar en esos códigos un significado;
inmediatamente crece delante de nuestra vista la estructura, el entramado, la
forma, el ritmo, el color y se constituyen como un nuevo lenguaje que insta al
esfuerzo de ser descifrado. Tal vez una traducción del texto haría perder
nuestro interés si el tema no nos era atractivo, pero lo que importa aquí es el
residuo después de eliminar el tema y la utilidad del mensaje. El escriba nos
habla de una circulación vital que supera los límites de esa contingencia.
Sospecho que los dibujos de Paula Noé Murphy
rondan por esa zona.
Si bien ella aclara que no hay una influencia
oriental en sus grafías podemos pensar que no se trata de influencias sino de
una fuente común, si entendemos en ambas soluciones una captación gestual de
ritmos que habiéndose percibido en el mundo, se elaboran en la conciencia como
estructura que se aclara a sí misma.
Un módulo básico se repite, se desarrolla y
muta en las diferentes series. Un entramado, especie de grilla con calles de
circulación que se curvan ocupando un espacio en profundidad, tal vez hacia el
infinito, porque si bien en algún lado terminan compositivamente, esencialmente
podrían seguir y continuarse más allá de los bordes del papel.
El color y sus variaciones entran en esta obra
como un hervor de sangre o como serenidad introspectiva. Y más de una obra
permite entrever una clave de esta escritura de circulación vital. La idea de
arterias, venas, vasos en Antropodinámico y el pulso del latido en Corazonada.
Lo que nos atraviesa a todos y a la vez es sólo una pincelada.
Inextricable, el secreto que corre por ese aparato
circulatorio tal vez visto por primera vez en aquella página color del
diccionario enciclopédico escolar, en una lámina que escondía más de lo que
explicaba. Lo que no se puede desentrañar, el circuito de la vida latiendo por
debajo y más allá de la piel.
Luis Espinosa
agosto de 2008
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