Un cubo de vidrio esmerilado, una caja semitransparente
que no deja ver lo que contiene, pero sí que algo contiene. Letras sobre una de
sus caras laterales, la palabra DESEO. A través del cuerpo transparente de la
tipografía encontramos el único intersticio para ingresar a develar el
misterio: un pequeño osito infantil de un indescifrable material verde
translúcido, de superficie pulida pero no brillante, sin detalles anecdóticos.
Sólo su purísimo volumen ocupando el espacio.
Tuve un osito de peluche, entre mis brazos,
todas las noches de mi infancia, único viático seguro para enfrentar el sueño.
Algo que se oculta, algo que se muestra y la
puesta en tensión de una dinámica de desequilibrio-equilibrio.
El resto de las obras parecen ser el
desarrollo de la hipótesis planteada en aquella caja.
Una serie de fotos de gran tamaño investigan
desde distintos ángulos la figura despojada del osito sobre un fondo neutro.
Con la insistencia y la obsesión de una mirada escrutadora que logra enfocar en
detalle lo que aquella caja ocultaba. Pero ese ojo minucioso ¿logra develar lo
que se pensaba como misterio? Ni teniéndolo delante de la vista con el enfoque
más definido logramos ver aquello que buscamos.
Carla Rey nos ubica en el juego exacto para
enfrentarnos al no lugar del deseo.
Ahora que estamos ante esa claridad de luz,
percibimos que lo que estaba oculto también es recipiente que oculta.
Que el momento de acercarnos a degustar
aquello que se ofrecía para nuestra satisfacción, como golosina de chocolate,
es el mismo momento de entender que nuestro objeto se ablanda, se derrite y
pone en evidencia que en realidad íbamos hacia otro lado más allá.
Lo acertado de buscar el perfil esquivo del
deseo en ese osito, es que nos coloca lejos del deseo como motor publicitario
de la sociedad de consumo (por eso, tal vez, utiliza el lenguaje de la
fotografía publicitaria) y rastrea las raíces profundas. Esas que no pueden
sujetarse si no es puntada tras puntada en un bordado minucioso rodeado de
silencio.
El deseo deja sentir su presencia pero no se
deja ver con total claridad.
El que mueve todas nuestras vidas, hasta la
del que desea no desear.
Translúcido.
Luis
Espinosa
Sobre la muestra "Retrato del Deseo"
de Carla Rey en Caja de Arte
Publicado en Ramona web
septiembre de 2008 http://www.ramona.org.ar/node/22914
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