En cada presentación de Estévez, uno empieza extranjero.
Tal como en otro país, cultura e idioma se nos Cierran delante de la vista y Comienzan Sólo a revelarse Mediados por la Guía Turística. El frágil y tambaleante cuerpo de Carlos se presenta opaco. Veo eso: un hombre que se mueve.
Un alambre de púa manipulado con guante de cuero peligroso, punzante, es el comienzo de un poema que Secretamente ha dedicado al escultor Norberto Gómez. Como Aquellas esculturas que evoca, el dolor se retuerce sobre músculos y huesos. Y una milicia de Ángeles se descuelgan a lo largo, de Lado A Lado de La Sala, custodiando las Naciones Unidas al cielo Que no se puede llegar. Entonces describir los conjura y su hechizo.
El idioma que nos enseña Estévez, Se compone de palabras cortadas que riman con palabras cortadas obligando al Esfuerzo de Reconstruir un sentido que casi se resbala entre los dedos.
O tan primitivamente gutural que su código se lee desde los propios genes que Llevan impreso ese ritmo desde mil generaciones. O se hace palabra precisa, certera y todo se ve como una danza que se Modula en la cavidad bucal, Masticando el aire sobado con la lengua.
El cuerpo de Carlos se hace liviano, crece su palabra, su forma de pronunciar la sílaba, la energía de su gesto.
Las imágenes superponiendo Se fueron tras cada poema y nos dicen que el mundo se va Transformando por acción del poeta.
Luis Espinosa
Octubre de 2007
Publicado en Revista Ramona web
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